#NiUnaMenos: ¿Por qué todos los evangélicos deberían marchar este 25 de noviembre?
Por Alejandro Rivas
Mediáticamente en nuestro país, las iglesias evangélicas se han ganado una imagen negativa si de hablar contra la violencia de género se trata. Ello no sin razón: ciertos personajes, así como organizaciones autodenominadas “pro-vida” y “pro-familia”, vienen manifestando un abierto rechazo al enfoque de género y una agenda a tal punto opuesta a las leyes y políticas públicas en esta materia, que son incapaces de realizar algún aporte contra los altos índices de violencia hacia las mujeres (¿será por esa mala imagen que las organizadoras de Ni Una Menos no hayan incluido a las “organizaciones religiosas” dentro de los bloques de la marcha?).
Pero lo mediático no es necesariamente lo real. La comunidad evangélica es una comunidad plural que no puede ser identificada con un bloque monolítico de pensamiento. A continuación, lanzo tres preguntas clave, con sus respectivas respuestas, con las que esperamos otorgar claridad a los lectores sobre el grado de compromiso de la población evangélica con el movimiento Ni Una Menos.
1. ¿Cuál ha sido la respuesta de la comunidad evangélica a las movilizaciones promovidas por el movimiento Ni Una Menos?
El año pasado, la participación evangélica en la marcha fue poca. Las instituciones más representativas del mundo evangélico no estuvieron presentes, ni tampoco las iglesias más grandes. Solo un grupo de instituciones e iglesias marcharon formando un pequeño bloque, concretamente: la Iglesia Luterana, la Iglesia Metodista, el Ejército de Salvación, la Iglesia de Dios del Perú, el comité de damas de la Iglesia Evangélica Peruana, la Asociación Paz y Esperanza y la Red por una familia sin Violencia. A esta pequeña lista debemos contar a aquello(a)s evangélico(a)s que marcharon a título individual, integrando los distintos bloques de la marcha, en su mayoría jóvenes.
La participación hasta ahora ha sido minoritaria debido a la ausencia de espacios de coordinación institucional que permitan una convocatoria amplia. Una convocatoria “oficial”, realizada por el Concilio Nacional Evangélico del Perú (Conep) y por la Unión de Iglesias Evangélicas del Perú (Unicep) -las instituciones más representativas del mundo evangélico-,bastaría para alcanzar dicho objetivo, pero no ha sido así -ello, pese a que el Conep emitiera un pronunciamiento respaldando el enfoque de género en el currículo educativo-. A mi modo de ver, estas instituciones aún son renuentes a hacerlo porque muchas de las iglesias a las que representan aún no deslindan con el discurso promovido por “Con Mis Hijos No Te Metas”.
El año pasado, sin embargo, la convocatoria evangélica a la marcha fue realizada por la Red por una Familia Sin Violencia, la cual, además de convocar a sus propios miembros, promovió la participación vía facebook a través del grupo “Ni Una Menos: Evangélicas en la marcha”. Este año, la Red de Juventudes Cristianas, junto con otras iglesias y organizaciones civiles con identidad evangélica, viene realizando la convocatoria a través del mencionado grupo.
2. ¿Qué está impidiendo que más evangélico(a)s se sumen a marchar contra la violencia hacia las mujeres?
No la religión, eso es un hecho; pero sí posturas u objeciones desde varios sectores integristas dentro del mundo evangélico.
Una primera objeción es la que dice que las marchas tienen como finalidad aprobar una agenda pro-gay (como es el caso de la unión civil homosexual). Por un lado, la objeción es falsa porque las marchas se han venido centrando en el tema de la violencia y ninguno de los pronunciamientos del movimiento ha hecho alusión a la unión civil homosexual. Por otro lado, el tema de la homosexualidad es sensible dentro del mundo evangélico porque ello implica la manera de interpretar los textos bíblicos y la manera de creer en un Estado Laico. Pero, sin detenerse en estas cuestiones, los cristianos que marchan son conscientes de que los grupos de la diversidad sexual merecen ser respetados en su dignidad como personas en un contexto violento y discriminador: todas las personas son imagen y semejanza de Dios.
También se ha objetado que las iglesias, al marchar junto a grupos feministas, estarían manifestando su acuerdo con “agendas pro-abortistas” o con su pensamiento en general. Tristemente, lo que algunos sectores integristas en el fondo están diciendo es algo así como “no debemos marchar con ellos porque no son como nosotros, porque no piensan igual que nosotros”. ¡Como si no pudieran existir puntos comunes entre creyentes y no creyentes!, ¡como si la violencia contra las mujeres no afectara a las evangélicas! Los evangélicos debemos ser cada vez más conscientes de que esta actitud contrasta terriblemente con la de un Cristo que ensalza y reconoce valores fuera de su círculo de influencia (fe en un soldado romano, reconocimiento en un chamán ambulante, solidaridad en un samaritano, fe en una mujer no judía, etc.).
Se ha dicho también que la violencia no solo afecta a las mujeres, sino a todos, por lo que está mal hablar de un “Ni UNA Menos”. No obstante, si decimos que la violencia afecta a todos y que por eso estaría mal marchar solo por algunos, la consecuencia lógica, pero al mismo tiempo absurda, sería la de no marchar por nada ni por nadie. Pero el error en que incurren los grupos evangélicos integristas es más grave. Parecen ignorar la diferencia entre igualdad y EQUIDAD: no se puede tratar de igual manera a mujeres y a hombres cuando son las mujeres las que objetivamente sufren más, las que objetivamente son más violentadas.
Finalmente, se pretende disuadir a los creyentes de marchar porque, de hacerlo, estarían apoyando la denominada “ideología de género”. Sin embargo, cada vez más los evangélicos empiezan a informarse mejor sobre los enfoques de género y a descubrir el uso puramente ideológico con el que suele utilizarse dicho término por parte de ciertos personajes para elaprovechamiento político.
3. ¿Somos los evangélicos amigos o enemigos en la lucha contra la violencia hacia las mujeres?
Los evangélicos debemos convencernos de que no hay verdadero cristianismo sino es al lado de los que sufren. La esencia del evangelio también está en las acciones de inclusión y la defensa de la dignidad humana, no solo en la predicación o la supuesta “defensa” de la fe. Esta es la razón esencial por la cual todos los evangélicos deberían marchar el 25 de noviembre.
Este sábado la Red de Juventudes Cristianas convoca a todas las juventudes católicas y evangélicas a confirmar su participación en la marcha. A aquellas cristianas que deseen marchar con nosotros, nos reuniremos al frente del Palacio de Justicia a las 2 p.m.
Si los evangélicos y evangélicas somos amigos o enemigos en la lucha contra la violencia eso es algo que solo podrá saberse con el paso del tiempo. Las iglesias evangélicas albergan un poderoso potencial para combatir problemas sociales como éste, sea con la fuerza de sus masas o con el poder de su fe expresada en la acción; pero si seremos capaces de hacer un cambio relevante y poner el hombro en señal de compañerismo con el resto de ciudadanas afectadas por este cáncer social, eso solo podremos demostrarlo en el terreno de los hechos. “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7:16).
Nota importante:
Quienes escribimos en el blog "El Profeta" somos evangélicos que emitimos nuestras opiniones según nuestras libertades de opinión, expresión y conciencia. Nuestra voz no representa al mundo evangélico ni a ninguna iglesia en particular.